Cuando estamos en peligro, o cuando pensamos que estamos en peligro, nuestro organismo se prepara. Pone en marcha los mecanismos biológicos y psicológicos para preparar una respuesta, bien sea de lucha o huida, con la finalidad de protegernos. Esto es lo que entendemos como estrés, y aunque comúnmente ha sido asociado a la edad adulta, también puede afectar a los niños, especialmente cuando enfrentan grandes cambios en sus vidas. Abordar la capacidad de gestionar el estrés resultará esencial para aliviar el malestar en la infancia.
Estrés en la infancia
La expresión del estrés en los niños resulta distinta de la de los adultos. Algunos indicadores son:
- Alteraciones en el comportamiento: irritabilidad, confrontación o negación.
- Dificultades para gestionar las emociones, especialmente la ira.
- Desarrollo de nuevos miedos.
- Manifestaciones psicosomáticas: dolores de cabeza o de barriga.
Es esencial mostrar atención para poder detectar señales de estrés en los niños/as para poder proporcionarles herramientas efectivas, ya que, va a ser durante la infancia, cuando se van a adquirir los patrones cognitivo-conductuales que moldearán la capacidad de enfrentar el estrés a lo largo de la vida.
Gestionar el estrés
¿Cómo podemos ayudar a los más pequeños a gestionar estos cambios? Uno de los aspectos más relevantes es fortalecer su capacidad para adaptarse a los cambios, promoviendo la resiliencia. Se trata de una capacidad que se conforma durante la infancia como resultado de las experiencias y aprendizaje.
Factores que potencian la resiliencia
- Promover la capacidad de resolver problemas. Para ello, cuando se encuentren ante un problema, los adultos deben actuar como figura de apoyo, estar a su lado, ayudarlo a entender la situación y mostrarle alternativas.
- Promover la motivación. Es imprescindible fomentar la autoeficacia, transmitirles mensajes positivos, haciéndole ver que puede lograr resultados positivos ante las adversidades.
- Ayudarlos en la autorregulación. Facilitar la identificación y regulación emocional. Debemos tener en cuenta que los niños/as aprenden a través de la observación, principalmente de sus figuras de apego, como los padres o cuidadores principales. Así pues, si queremos que los más pequeños aprendan a gestionar las emociones de una forma saludable, debemos revisar primero nuestras conductas.
- Factores familiares. El tipo de relaciones familiares que se establecen durante la infancia van a tener un gran impacto a largo plazo. Por ello, resulta beneficioso poder compartir momentos positivos, cómo el juego, y fomentar un ambiente de apoyo en el que los niños se sientan respaldados y protegidos.
- Relaciones con los iguales. Favorecer relaciones sociales saludables y sentir que se forma parte del grupo.
- Otros factores. También resultan relevantes factores vinculados con la escuela, culturales y sociales.
Intervención psicológica
En ocasiones, lidiar con señales de estrés en los niños puede ser desafiante e incluso generar frustración. En este momento, puede ser oportuno hablar con un profesional de la salud mental para poder revisar los patrones conductuales, cognitivos y emocionales adquiridos y trabajar para modificarlos. Ayudando al niño y a las familias a gestionar el estrés y aliviando el malestar.
También resulta imprescindible atender a las familias y a las escuelas para proporcionar herramientas y estrategias para poder afrontar la situación de una forma efectiva y positiva.
En caso de duda, no dudes en consultarnos. Connexions Teràpies Integrades, tu psicólogo en Hospitalet de Llobregat.