El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo con una alta prevalencia. Aparece en la primera infancia y persiste a lo largo de la vida. Afectando, de forma principal, a la atención, hiperactividad e impulsividad.

Durante décadas la intervención se ha centrado en el tratamiento farmacológico, concretamente los estimulantes como el metilfenidato y anfetaminas. Con este tipo de tratamiento se consigue una mejora rápida de los síntomas descritos, aunque hoy en día sabemos que una intervención basada solo en el tratamiento farmacológico, no es suficiente. Para garantizar unos resultados consistentes y a largo plazo, se recomienda que la intervención sea multimodal, es decir, que se combine la intervención de diversos especialistas, como los médicos, psicólogos y profesores.

Importancia de la intervención adecuada

Uno de los aspectos más importantes para incrementar las posibilidades de éxito del tratamiento es la detección temprana. Esto va a permitir un mejor moldeamiento de los síntomas nucleares del trastorno y una reducción en la aparición de posibles trastornos comórbidos.

También es muy importante realizar una intervención multimodal llevada a cabo en el ámbito sanitario y de forma individualizada, adaptada a la edad, entorno y necesidades de cada paciente.

Intervención multimodal

El tratamiento de elección para el trastorno por déficit de atención e hiperactividad es la intervención multimodal. Es la más efectiva y con resultados más persistentes a lo largo de la vida. Para ello, es importante la implicación y coordinación de diversos profesionales de la salud: los médicos, para evaluar la necesidad -o no- de administrar fármacos, psicólogos, para llevar a cabo la intervención cognitivo-conductual y psicoeducación, tanto al paciente como a su entorno, los profesionales de la educación y una participación activa del núcleo familiar.

Las intervenciones no farmacológicas que han mostrado evidencia científica son: las intervenciones psicológicas y las psicopedagógicas, siempre de forma combinada. ¿Qué tipo de intervenciones debemos esperar?

  • Terapia conductual. Centrada en el desarrollo de conductas adecuadas del niño/a. Para ello, es imprescindible la participación activa de la familia. Se deben establecer objetivos basados en las características de cada niño/a.
  • Terapia cognitiva. Se basa en el desarrollo de las capacidades cognitivas más afectadas por el trastorno, como la organización, planificación y flexibilidad cognitiva, a través de autoinstrucciones y técnicas de autocontrol.
  • Entrenamiento en habilidades sociales. Es frecuente que los niños/as con TDAH tengan dificultades para establecer relaciones sociales con los iguales. Es por eso, que se incluye el desarrollo de conductas sociales como, esperar el turno, escuchar a los compañeros, mantener la mirada en las conversaciones, entre otras.
  • Intervención académica. Realizar adaptaciones en el aula, siempre adaptadas a cada alumno y a cada curso. Debe tener como objetivo ayudar al rendimiento del niño/a.
  • Psicoeducación para profesores. Es importante que la escuela y los profesores del alumno tengan conocimiento acerca del trastorno, así como brindarles pautas y estrategias que pueden aplicar en el aula para reducir el impacto de los síntomas.
  • Psicoeducación para padres. Del mismo modo que en el ámbito escolar, los padres y/o el núcleo familiar debe conocer el trastorno, como se adquieren las conductas y cómo podemos modificarlas. Para ello, la relación entre el terapeuta y la familia se debe mantener a lo largo de la intervención, así conseguiremos que lo que se aprende en las sesiones se pueda generalizar en la vida diaria.

Intervención adaptada a la edad

Tal como hemos mencionado, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad aparece en la infancia y perdura a lo largo de la vida. La sintomatología es muy variable durante las distintas etapas vitales, es por eso, que la intervención, debe ser adaptada en función de la edad.

En los niños de edad preescolar la intervención debe estar centrada, mayormente, en la psicoeducación de los padres y escuela. Ayudándolos a entender cómo es su comportamiento y qué estrategias pueden seguir para ayudar a los niños/as con las dificultades relacionadas.

Los niños de edad escolar, la intervención deberá ser centrada en la consulta, familia y escuela. Entrenando las capacidades cognitivas y dando estrategias para que exista el menor impacto posible en su desarrollo, tanto personal como académico.

Por último, en adolescentes y adultos, el tratamiento se basa en proporcionar estrategias compensatorias relacionadas con la atención, organización y planificación. Ya que, la hiperactividad e impulsividad suelen reducirse con la edad.

En caso de duda, no dudes en consultarnos.

 

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