La capacidad de adaptación y la empatía son cualidades que nos facilitan la convivencia y la creación de relaciones saludables con nuestro entorno. No obstante, cuando nos convertimos en personas excesivamente complacientes el malestar empieza a invadirnos y se generan dinámicas poco saludables con las personas que nos rodean. Priorizar en todo momento las necesidades y emociones de los otros por encima de las propias responde a ciertos miedos y carencias personales que analizaremos a continuación. ¿Qué nos lleva a ser personas excesivamente complacientes? Autoexigencia Debido a creencias erróneas pensamos que nuestro deber es aquel (ceder, cuidar, aceptar…) y nos sobreesforzamos por “poder con todo”. Evitación del conflicto Para no incomodar al otro preferimos incomodarnos constantemente nosotros mismos, perpetuando así la situación no deseada. Detrás de la evitación del conflicto suele haber dificultades para comunicarnos de forma asertiva y dificultades de gestión emocional. Dificultad para poner límites Por falta de habilidades sociales, miedo a perder o culpa; aceptamos cosas que no nos resultan agradables o nos generan malestar. Necesidad de validación externa Reforzamos nuestra autoestima a partir de sentirnos útiles para los demás. Necesitamos la reafirmación del otro como sus salvadorxs para sentirnos bien o sentirnos amadxs. Invalidación de las […]
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