En muchas ocasiones el cambio se hace imprescindible. Podemos necesitar cambios en todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida: cambiar de trabajo, de carrera, de ciudad, de amigos, de pareja o alejarnos de algunos miembros de la familia que no nos hacen bien. La necesidad de cambio se hace notoria a través del malestar emocional que sentimos al encontrarnos en determinados entornos o situaciones. De esta manera, el cambio irá desde poner límites y cambiar nuestra actitud y por tanto la manera en la que dejamos que nos afectan ciertas situaciones, hasta romper con una relación personal o cambiar de entorno.
¿Cómo solemos reaccionar frente a los cambios?
Podemos reaccionar al cambio con temor, con resignación, intentando evitarlos o aceptándolos y confiando en que serán para mejor. Habrá cambios que serán elegidos, cambios que son impuestos, algunos que en un primer momento se vislumbrarán como un cambio positivo y otros parecerán negativos o de futuro incierto. No obstante, incluso los cambios a priori negativos o inciertos son susceptibles de ser transformados en algo positivo o potenciador según la manera como nos enfrentemos a ellos.
¿Cómo enfrentarnos a los cambios?
La mejor manera de enfrentarnos a los cambios es reconociendo la necesidad de hacerlos en pro de nuestro bienestar emocional. Deberemos aceptar la necesidad de cambiar y con ello las emociones que dicho cambio despierta en nosotros.
Diferenciaremos los cambios a nivel relacional (poner límites a familiares, amigos, compañeros o distanciarnos de ellos), de los cambios a nivel de desarrollo vital (cambio de trabajo, ciudad, iniciar proyectos…).
Cambios a nivel relacional:
- Aceptar el cambio a pesar de que existan ciertas implicaciones que nos resulten difíciles o no deseadas.
- Centrarnos en aquello que depende de nosotros y no esperar cambiar al otro.
- Ser conscientes de que nuestra emoción puede tardar en equipararse a nuestra decisión racional. Es decir, podemos sentirnos tristes al llevar a cabo un cambio que, aún sabiendo que es necesario y que será beneficioso para nosotros, nos resulta difícil hacerlo.
- Priorizar nuestro bienestar emocional.
Cambios a nivel de desarrollo vital:
- Aceptar el cambio a pesar de que existan ciertas implicaciones que nos resulten difíciles o no deseadas.
- Centrarnos en aquello que depende nosotros, es decir en lo que podemos controlar, para poder a empezar el plan de acción (lo que haré, cómo lo haré, cuándo lo haré).
- Analizar nuestro grado de preparación real (conocimientos, información, modelos de inspiración).
- Valorar nuestras alternativas de acción, es decir los recursos con los que contamos.
- Analizar los posibles riesgos e intentar minimizarlos si es posible.
- Analizar los beneficios a mediano y largo plazo.
- Valorar las posibles alternativas de actuación frente a imprevistos o dificultades.
- Si se trata de un gran cambio, dividir el gran objetivo en objetivos intermedios.
- Comunicar mi plan de acción a mi entorno cercano si es que el cambio puede afectarlos de alguna manera.
¿Cómo iniciar un proyecto vital y mantenerlo en el tiempo?
Iniciar el proyecto
- Valorar nuestro conocimiento sobre el tema y los recursos con los que contamos. Formarnos e informarnos mucho más, si es necesario.
- Trazar nuestro plan de acción, analizar riesgos y valorar alternativas de actuación frente a imprevistos o dificultades.
- Buscar las ayudas necesarias.
Perseverar en él
- Frente a las adversidades iniciales visualizar los beneficios a mediano y largo plazo.
- Valorar posibles cambios de estrategia o reformular objetivos intermedios.
- Valorar los avances realizados.
- Disfrutar del proceso.
Finalizar el proyecto
- Felicitarnos y sentirnos orgullosos por el trabajo realizado.
- Disfrutar de los frutos.
- Si el proyecto requiere seguimiento para mantenerse, actualizar los objetivos.
Si sientes que necesitas iniciar cambios en tu vida y no sabes cómo hacerlo, consúltanos. Somos tu centro psicológico en Hospitalet de Llobregat.