Personas_cuidadoras_connexions_terapies_integrades

Muchas personas acaban desarrollando tareas de cuidadoras. Padres que envejecen, conyugues que enferman… Estas situaciones implican una carga emocional muy impactante que, si no se gestionan correctamente, pueden conllevar el síndrome del cuidador. Vamos a ver qué habilidades podemos aprender para evitarlo.

Gestión emocional

No podemos cambiar los acontecimientos que nos ocurren. Esto implica que no podemos esperar a que las cosas cambien a mejor para conseguir estar bien. Hemos de aprender a estar de la mejor manera posible, independientemente de lo que esté pasando en cada momento.

Estamos acostumbrados a culpar a los demás o a las situaciones de lo que sentimos. Pero somos nosotros los responsables de nuestros pensamientos y emociones. Para poder vivir de forma saludable con nuestras emociones podemos hacerlo siguiente:

  • Identificarlas: entrar en contacto con ellas y asumirlas. No debemos calificarlas ni de buenas ni malas.
  • Comprenderlas: ¿tenemos datos objetivos para sentirnos así? Analizar su origen y los síntomas físicos. ¿Qué pensamientos nacen a partir de esta emoción?
  • Concretar: ¿cómo nos afecta en nuestro estado de ánimo? ¿Nos limita nuestro comportamiento? ¿Nos está ayudando lo que estamos pensando?
  • Regular los estados de ánimo: impidiendo sus efectos negativos y aprovechando los positivos. Escoger la respuesta adecuada para salir de la situación y decidir cómo nos vamos a comportar.

Es importante aprender a expresar verbalmente las emociones y continuar con la actividad que estamos realizando. Debemos evitar demostrar sin control nuestras emociones, pues generaremos más tensión. Debemos aprender a responder, no a reaccionar ante comentarios y comportamientos de la persona que estamos cuidando.

Gestionar estados emocionales

En general, las personas cuidadoras sienten que la situación les sobrepasa. Caen en dos estados emocionales y finalmente desarrollan el síndrome del cuidador.

Por un lado, pueden desarrollar tristeza, estado de ánimo bajo y depresión. No es sencillo presencial el dolor y el deterioro de un familiar. La impotencia de no poder resolver los síntomas más intensos provoca cambios emocionales y estrés. En esos momentos, tendimos a dar más importancia a los pensamientos negativos. ¿Qué podemos hacer?

  • Hacer un horario con objetivos sencillos.
  • Organizar las tareas y alternarlas con actividades de ocio.
  • Modificar los pensamientos negativos.
  • Tener contactos sociales para poder expresar nuestras emociones y desconectar.
  • Realizar actividad física.
  • Regular los hábitos de sueño.
  • Practicar respiraciones.

Por otro lado, también podemos sentir nerviosismo, ansiedad y la sensación de estar en un estado de alerta continuo. Las personas cuidadoras viven con la incertidumbre de la evolución de la enfermedad o de las limitaciones de la persona que cuidan. Les cuesta saber qué hacer con los síntomas y quejas del otro. Se sienten impotentes. Anticipan situaciones futuras negativas y les cuesta mucho relajarse y desconectar. En este caso, podemos afrontar la situación de la siguiente manera:

  • Respiración abdominal.
  • Planificación de actividades de ocio.
  • Control de pensamientos negativos.
  • Autoinstrucciones positivas.

Asertividad

La asertividad es la forma de decir las cosas de manera clara y concreta sin molestar a los demás. Dejamos claro cuáles son nuestras emociones, opiniones y deseos sin pisar los de los demás. Desde el inicio del proceso, debemos expresar nuestras necesidades para que los demás miembros de la familia se impliquen y compartan la responsabilidad de la situación. Muchas personas cuidadoras no expresan lo que necesitan porque creen que debe salir de los demás ofrecer ayuda. Con esta actitud es bastante probable que no mejoremos la situación de la persona cuidadora y acabe desarrollando el síndrome del cuidador.

Toma de decisiones

Cuando surge una situación problemática, tendemos a querer resolverla lo antes posible. El problema es que lo hacemos sin analizar las consecuencias a corto y a largo plazo. Nos centramos en lo urgente y no en lo importante, nos dejamos llevar por las emociones del momento y no por nuestros objetivos. ¿Cómo conseguir tomar una buena decisión?

  • Escribir el objetivo a conseguir.
  • Pensar en las alternativas que tenemos disponibles.
  • Valorar las consecuencias positivas y negativas a corto y largo plazo.
  • Seleccionamos la alternativa que consideramos mejor y pasamos a la acción.

Gestionar el pensamiento “cuándo acabará esto”

El deterioro progresivo de la enfermedad del familiar provoca que la persona que lo cuida genere desesperanza. Cada vez les afecta más la pérdida de calidad de vida de su familiar. El síndrome del cuidador implica que puede aparecer el pensamiento o el deseo que la situación se termine y, entonces, la culpa florece. Podemos llegar incluso a la descalificación personal por haber tenido este tipo de pensamientos, lo que provoca que la ansiedad aumente y la autoestima baje.

A pesar de haber tenido este tipo de pensamientos, nuestro comportamiento va a seguir siendo cercano y afectivo. Debemos de pensar que el objetivo es facilitar momentos de calidad humana al enfermo. Un pensamiento aislado no cambia cómo tratamos al enfermo.

Tal y como hemos comentado, si prestamos atención a las cosas que podamos controlar directamente, aprenderemos a convivir mejor con la incertidumbre. De esta forma, rebajaremos la inseguridad y la ansiedad. No está en nuestras manos cuidar a la persona dependiente, pero sí decidir cómo la acompañamos, la atendemos y la animamos.

Connexions Teràpies Integrades es un centro psicológico ubicado en la zona centro de Hospitalet de Llobregat.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Get started

If you want to get a free consultation without any obligations, fill in the form below and we'll get in touch with you.