Las competencias emocionales, también conocidas como habilidades emocionales o inteligencia emocional, se refieren al conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes que nos permiten comprender, expresar y regular nuestras emociones de manera adecuada. Estas competencias no solo involucran el manejo de nuestras propias emociones, sino también la capacidad de reconocer y comprender las emociones de los demás, lo que se conoce como empatía. Además, es de vital importancia que se empiecen a enseñar y aplicar no sólo en el ámbito familiar, sino también en las escuelas.
Conciencia emocional
El primer bloque de las competencias emocionales es la habilidad de tomar conciencia tanto de nuestras propias emociones como de las emociones de los demás, incluyendo la capacidad para percibir el ambiente emocional en un determinado contexto..
- Toma de conciencia de las propias emociones: ser consciente y comprender nuestras propias emociones de manera precisa. Esto implica identificar y etiquetar nuestros sentimientos de forma adecuada. Es importante destacar que podemos experimentar múltiples emociones al mismo tiempo, y a medida que maduramos, somos más conscientes de que a veces podemos no ser plenamente conscientes de nuestros sentimientos debido a distracciones o procesos inconscientes.
- Dar nombre a las propias emociones: habilidad de emplear el vocabulario y términos emocionales comunes en nuestra cultura para describir y etiquetar nuestras propias emociones. Es decir, nos permite expresar de manera efectiva y precisa qué sentimientos estamos experimentando utilizando las palabras y expresiones que son comúnmente aceptadas y entendidas en nuestra sociedad. Esto facilita la comunicación emocional y nos ayuda a comprender y compartir nuestras emociones con los demás de manera más efectiva..
- Comprensión de las emociones de los demás: habilidad de entender con precisión las emociones y perspectivas de los demás. Esto implica ser consciente de las claves situacionales y expresivas, tanto en la comunicación verbal como no verbal, que tienen un significado emocional aceptado culturalmente. Además, se refiere a la capacidad de mostrar empatía y conectarse emocionalmente con las experiencias emocionales de los demás.
Regulación emocional
El segundo ámbito de las competencias emocionales es la habilidad de gestionar nuestras emociones de manera adecuada. Esto implica comprender la conexión entre nuestras emociones, pensamientos y comportamientos, así como tener estrategias efectivas para hacer frente a situaciones emocionalmente desafiantes. Además, incluye la capacidad de cultivar emociones positivas y mantener un equilibrio emocional saludable en nuestras vidas. En resumen, la competencia emocional nos permite manejar nuestras emociones de manera constructiva, lo que contribuye a una mayor estabilidad emocional y bienestar general.
- Tomar conciencia de la interacción entre emoción, cognición y comportamiento: los estados emocionales inciden en el comportamiento y éstos en la emoción; ambos pueden regularse por la cognición (razonamiento, conciencia).
- Expresión emocional: habilidad de expresar nuestras emociones de manera adecuada. Esto significa comprender que no siempre es necesario mostrar externamente lo que sentimos internamente, tanto en nosotros mismos como en los demás. A medida que maduramos emocionalmente, desarrollamos la capacidad de reconocer que nuestra expresión emocional puede afectar a los demás, y tomamos esto en consideración al presentarnos a nosotros mismos en diversas situaciones. En resumen, se trata de tener la destreza para gestionar y mostrar nuestras emociones de forma consciente y adecuada, considerando el impacto que pueden tener en nuestro entorno y en nuestras relaciones con los demás.
- Capacidad para la regulación emocional: los propios sentimientos y emociones deben ser regulados. Esto incluye autocontrol de la impulsividad (ira, violencia, comportamientos de riesgo) y tolerancia a la frustración para prevenir estados emocionales negativos (estrés, ansiedad, depresión).
- Habilidades de afrontamiento: habilidad para afrontar emociones negativas mediante la utilización de estrategias de auto-regulación que mejoren la intensidad y la duración de tales estados emocionales.
- Competencia para auto-generar emociones positivas: capacidad para experimentar de forma voluntaria y consciente emociones positivas (alegría, amor, humor, fluir) y disfrutar de la vida. Capacidad para autogestionar su propio bienestar subjetivo para una mejor calidad de vida.
Autonomía personal (autogestión)
En el tercer tipo de competencias emocionales se incluyen una serie de atributos vinculados a la autorregulación y autogestión personal. Estos incluyen la autoestima, una actitud optimista hacia la vida, la responsabilidad, la habilidad para evaluar de manera crítica las normas sociales, la capacidad para buscar apoyo y recursos, y la autoeficacia emocional. En otras palabras, se refiere a las características y habilidades que nos permiten manejar nuestras emociones y comportamientos de forma saludable y positiva, así como afrontar los desafíos de la vida con confianza y una mentalidad constructiva.
- Autoestima: tener una imagen positiva de sí mismo; estar satisfecho de sí mismo; mantener buenas relaciones consigo mismo.
- Automotivación: capacidad de automotivarse e implicarse emocionalmente en actividades diversas de la vida personal, social, profesional, de tiempo libre, etc.
- Actitud positiva: capacidad para automotivarse y tener una actitud positiva ante la vida. Sentido constructivo del yo (self) y de la sociedad; sentirse optimista y potente (empowered) al afrontar los retos diarios; intención de ser bueno, justo, caritativo y compasivo.
- Responsabilidad: intención de implicarse en comportamientos seguros, saludables y éticos. Asumir la responsabilidad en la toma de decisiones.
- Análisis crítico de normas sociales: capacidad para evaluar críticamente los mensajes sociales y culturales relativos a normas sociales y comportamientos personales.
- Buscar ayuda y recursos: capacidad para identificar la necesidad de apoyo y asistencia y saber acceder a los recursos disponibles apropiados.
- Auto-eficacia emocional: se refiere a cómo una persona se ve a sí misma en términos de sentirse de la manera que desea sentir. En otras palabras, implica que uno acepta y valora su propia experiencia emocional, ya sea que esta se aleje de lo común o se ajuste a las normas culturales. Esta aceptación está en línea con las creencias personales sobre lo que constituye un equilibrio emocional deseable. En esencia, vivir de acuerdo con nuestra “teoría personal sobre las emociones” muestra autoeficacia emocional que está alineada con nuestros valores y creencias morales.
Inteligencia interpersonal
El cuarto tipo de competencias emocionales es la propia inteligencia interpersonal, es decir, la capacidad para mantener buenas relaciones con otras personas. Esto implica dominar las habilidades sociales, capacidad para la comunicación efectiva, respeto, actitudes pro-sociales, asertividad, etc.
- Dominar las habilidades sociales básicas: escuchar, saludar, despedirse, dar las gracias, pedir un favor, pedir disculpas, actitud dialogante, etc.
- Respeto por los demás: intención de aceptar y apreciar las diferencias individuales y grupales y valorar los derechos de todas las personas.
- Comunicación receptiva: capacidad para atender a los demás tanto en la comunicación verbal como no verbal para recibir los mensajes con precisión.
- Comunicación expresiva: capacidad para iniciar y mantener conversaciones, expresar los propios pensamientos y sentimientos con claridad, tanto en comunicación verbal como no verbal, y demostrar a los demás que han sido bien comprendidos.
- Compartir emociones: la forma y naturaleza de las relaciones están en parte determinadas por dos factores: a) el nivel de sinceridad emocional o expresión genuina entre las personas involucradas, y b) el nivel de reciprocidad o simetría en la relación. En consecuencia, la intimidad en una relación madura se caracteriza por compartir emociones sinceras de manera mutua y recíproca, mientras que en una relación como la de padre e hijo, puede haber una expresión de emociones sinceras de manera asimétrica, donde uno de los miembros comparte más abiertamente que el otro.
- Comportamiento pro-social y cooperación: capacidad para aguardar turno; compartir en situaciones diádicas y de grupo; mantener actitudes de amabilidad y respeto a los demás.
- Asertividad: mantener un comportamiento equilibrado, que evite extremos de agresividad o pasividad, es fundamental. Esto incluye la capacidad de expresar claramente un “no” cuando sea necesario y mantenerlo firme, así como evitar situaciones en las que nos sintamos presionados. También implica la capacidad de tomar tiempo para actuar en situaciones de presión hasta sentirnos preparados adecuadamente. Es importante tener la capacidad de defender y expresar nuestros propios derechos, opiniones y sentimientos de manera asertiva.
Habilidades de vida y bienestar
Las últimas competencias sociales se refieren a la capacidad para adoptar comportamientos apropiados y responsables de solución de problemas personales, familiares, profesionales y sociales. Todo ello de cara a potenciar el bienestar personal y social.
- Identificación de problemas: capacidad para identificar situaciones que requieren una solución o decisión y evaluar riesgos, barreras y recursos.
- Fijar objetivos adaptativos: capacidad para fijar objetivos positivos y realistas.
- Solución de conflictos: capacidad para afrontar conflictos sociales y problemas interpersonales, aportando soluciones positivas e informadas a los problemas.
- Negociación: capacidad para resolver conflictos en paz, considerando la perspectiva y los sentimientos de los demás.
- Bienestar subjetivo: capacidad para gozar de forma consciente de bienestar subjetivo y procurar transmitirlo a las personas con las que se interactúa.
- Fluir: Capacidad para generar experiencias óptimas en la vida profesional, personal y social.
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