El país de las cucharas largas, un cuento sobre la empatía

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Hoy os presentamos un cuento sobre la empatía, de Jorge Bucay.

Un hombre que viajaba mucho y había vivido muchísimas experiencias contó una vez esta historia, sobre algo extraño que le sucedió:

De entre todos los países que había visitado, recordaba de forma especial el País de las cucharas largas. Había llegado a ese país de casualidad. En realidad iba a Uvilandia Parais, pero en un cruce de caminos, torció hacia el País de las cucharas largas.

Al final del camino, se encontró con una casa enorme, que estaba dividida en dos pabellones: uno al oeste y otro al este. Aparcó el coche y salió. Delante de la casa había un cartel que decía: ‘País de las cucharas largas’. En la casa solo había dos habitaciones: una habitación negra y una habitación blanca. Un largo pasillo conducía hasta ellas. A la derecha se encontraba la habitación negra y a la izquierda, la habitación blanca.

¿Qué había en la habitación negra?

Primero torció hacia la habitación negra. Pero de pronto, y antes de llegar a una puerta muy alta, escuchó algunos quejidos y gritos lastimeros: ‘¡Ayyyyy!- gritaban desde el otro lado de la puerta.

Los quejidos y gritos de dolor le hicieron dudar, pero siguió adelante, y al entrar, se encontró una mesa muy larga, con cientos de personas alrededor. El centro de la mesa estaba lleno de fantásticos manjares, los platos más suculentos y apetecibles. Pero, aunque cada uno tenía una cuchara con el mango muy largo atada a la mano, todos se morían de hambre. ¿La razón? Tenían unas cucharas cuyo mango era el doble de la longitud del brazo. Todos alcanzaban a la comida, pero luego no podían llevársela a la boca. La situación era desesperante, y los gritos de angustia y hambre de las personas, le hicieron alejarse a grandes zancadas de allí.

Lo que encontró tras la habitación blanca

Entonces fue a visitar la habitación blanca, justo al lado opuesto. Lo primero que le llamó la atención al avanzar por el largo pasillo fue el silencio. No escuchaba gritos ni lamentaciones. ¡Cuál fue su sorpresa al entrar y ver, igual que en la otra sala, una enorme mesa con manjares en el centro! Todos tenían la misma cuchara larga atada a las manos. Sin embargo, no morían de hambre, porque cada uno tomaba el alimento del centro y le daba de comer a la persona que tenía enfrente. De esa forma todos podían comer.

Este cuento de Jorge Bucay nos habla de la empatía. La empatía es una habilidad social. A grandes rasgos, es la capacidad que tiene una persona para ponerse en el lugar de otra. Es decir, ser capaz de entender la situación y los sentimientos que está viviendo otra persona.

Es uno de los requisitos de la inteligencia emocional y está relacionada con la comprensión, el apoyo y la escucha activa. La persona empàtica es capaz de entender el estado emocional de otra persona sin dejarse influir por ese estado emocional. De esta manera puede dar apoyo a la persona y ayudarle, si es el caso, a encontrar una solución a su problema. Aplicar la empatía no siempre implica encontrar una solución a los problemas de los demás, pero sí conlleva siempre transmitir apoyo y comprensión.

En este cuento vemos personas que no se ayudan entre ellas, personas que carecen de empatía y que sólo miran por ellas mismas. Estas personas no resuelven el problema y provocan una situación en la que todos pierden. En cambio vemos también otro grupo de personas que, ante la misma situación, escogen entender que la necesidad es de todos y a partir de ahí buscan una solución en la que todos ganan.

¿Qué beneficios tiene la empatía?

Los beneficios que tiene ser empático son muchos y muy buenos. Entre los principales se encuentran: ayuda a sentirte mejor contigo mismo, ayuda en la resolución de problemas, desarrolla las habilidades sociales, ayuda a tener respeto por el resto de personas, ayuda a conectar mejor con otras personas, sube la autoestima propia, nos hace ser respetables, ayuda a ser justos, ayuda a no juzgar a otros, fomenta el desarrollo emocional, contribuye a la inteligencia emocional, etc.

¿Cómo fomentar la empatía?

  • Desarrolla la escucha activa.  Se trata de una técnica de comunicación que hace que sepamos escuchar y entender lo que la otra persona nos dice y que a la vez sepamos transmitirle que lo hemos entendido. No se trata solo de oír, sino de escuchar y entender. Es importante que desarrolles la escucha activa porque como hemos visto es una característica de las personas empáticas.
  •  Vive sin prejuicios.  Las personas empáticas son respetuosas, tolerantes y no juzgan a los demás. Quizás no estés de acuerdo con las decisiones de otras personas, pero tienes que tratar de tomar distancia y entenderlas, aunque tú no hubieses actuado de la misma manera.
  • Sigue pautas saludables. Concéntrate en las expresiones verbales y no verbales de la otra persona, contesta de una manera adecuada, responde en un tono afectivo similar al de la otra persona, muestra interés por lo que te está contando, concéntrate en lo que no expresa con palabras, etc.
  • Entiéndete a ti mismo. Para entender al resto de personas y ser empático con ellas primero lo tenemos que serlo con nosotros mismos. Intenta entenderte, conocerte y ser empático con tus propios sentimientos y acciones.

Si tenéis cualquier duda, contactad con nosotras, somos tu gabinete de psicología en Hospitalet de Llobregat.

 

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