Factores del riesgo suicida

Riesgo de suicidio

La OMS calcula que 800.000 personas se suicidan anualmente y por cada una que lo consume, lo han intentado veinte. Cada tres segundos hay un intento de suicidio y cada 40 un suicidio. El surgimiento de conductas, pensamientos o tendencias suicidas no es un hecho fortuito, sino el resultado de un proceso que implica distintos fenómenos de diversa severidad que constituye el espectro suicida. Entre ellos podemos encontrar: ideación suicida, gestos suicidas, amenazas suicidas, comunicación suicida, planes suicidas, tentativas suicidas y suicidio (Maris, 2002). Creemos que es importante tener en cuenta aquellos factores que pueden inducir riesgo suicida.

Factores clínicos y psicológicos del riesgo suicida

Intentos de suicidio previos

Los intentos de suicidios son uno de los factores del riesgo suicida que predice con más fidelidad la posibilidad de un futuro suicidio consumado (Cooper et al., 2005; Zahl y Hawton, 2004). Así, se considera que una persona que ha realizado una tentativa en el futuro tendrá hasta 40 veces más riesgo de suicidarse (Harris y Barraclough, 1997). De hecho, puede repetirse en los días posteriores tras el primer intento (Owens, Horrocks y House, 2002) el riesgo, aunque se mantiene durante años, es más elevado en los primeros 12 meses tras el intento. Por otro lado, las personas que repiten intentos en más de dos ocasiones tienen un mayor riesgo de suicidio y las que han realizado cuatro intentos previos presentan un riesgo del 70% de volver a intentarlo en el plazo de un año (Haw, Bergen, Casey, y Hawton, 2007).

Impulsividad

Para Joiner (2005), la impulsividad se relaciona con la conducta suicida de forma indirecta, provocando que la persona se vea involucrada en situaciones que conllevan más estímulos vitales adversos, razón por la cual se relaciona con el suicidio y con el intento de suicidio. Esto implica que no todas las personas impulsivas se suicidan y que no todas las personas con intentos de suicidio son impulsivas.

Desesperanza

La depresión y la desesperanza está relacionada con el riesgo suicida (Beck, Kovacs y Weissman, 1979), planteando que esta última es el factor más importante debido a que implica que la persona vea su futuro de forma negativa y solo espera frustración y sufrimiento ya que se ve incapaz de modificarlo. Cuando se activa el “modo suicida”, la persona experimenta: afecto negativo, arousal fisiológico, pensamientos relacionados con el suicidio y más posibilidades de llevar a cabo la conducta suicida. En este sentido, personas con intentos de suicidio reciente tienen menor capacidad de pensar en acontecimientos positivos en un futuro y, sin embargo, tienen igual capacidad que los no suicidas de imaginar acontecimientos negativos (O’Connor, Fraser, Whyte, MacHale y Masterton, 2008).

Pensamiento dicotómico

Es la tendencia a clasificar las experiencias según dos categorías opuestas, todo o nada, bueno o malo, perfecto o inútil, sin gradaciones. Ello conlleva a hacer juicios categóricos y se atribuyen significados extremos y absolutistas en lugar de tomar en cuenta diferentes dimensiones.

Rigidez cognitiva

Neuringer (1967) señaló que las personas suicidas tenían un pensamiento más extremo y rígido independientemente del tipo de patología que pudiesen tener. Además, tenían dificultades para cambiar su pensamiento o su forma de resolver los problemas aunque ya hubieran comprobado que no funcionaba una determinada estrategia para solventar un problema (Neuringer, 1964; Levenson y Neuringer, 1971).

Eventos vitales y conducta suicida

Los acontecimientos vitales participan frecuentemente en el desencadenamiento de los actos suicidas. Entre los más importantes podemos señalar (Vanderburg, Batzar, Fogel y Kremer, 2009; Pompili, Innamorati, Szanto, Di Vittorio y Conwell, 2011; McFeeters, Boyda y O`Neill, 2015):

    • Rupturas afectivas en el año anterior al deceso y, especialmente, en el último mes.
    • Dificultades en las relaciones interpersonales, especialmente con pareja o familia.
    • Los suicidas frecuentemente han vivido experiencias desfavorables desde la infancia, como abuso físico y sexual.
    • El fallecimiento de la pareja.
    • Cambios en las condiciones de vida, problemas laborales y pérdidas afectivas.
    • Ausencia o déficit de apoyos sociales que se relaciona con afectos y cogniciones suicidas y con las tentativas
      más severas. Así, los intentadores poseen una red social más débil, tanto en términos objetivos como subjetivos.

La ideación suicida

Para Miranda, Cubillas, Román y Valdez (2009), en este proceso suicida, se producen cinco etapas que no necesariamente tienen que ser secuenciales: (1) Ideación suicida pasiva, (2) Contemplación activa del propio suicidio, (3) Planeación y preparación, (4) Ejecución del intento suicida, y (5) El suicidio consumado. La ideación suicida podría considerarse una expresión temprana de vulnerabilidad y se asocia a variables psicosociales tales como estrés vital, vivencias indeseables y medio familiar caótico.

 

Si tenéis alguna duda, contactar con nosotras. Recordar que existe la línea de atención a la conducta suicida (024)

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