¿No os ha pasado nunca que os habéis sentido menos preparados que vuestros compañeros de trabajo? Esa sensación como si no estuvierais a la altura o no fuerais tan inteligentes como los demás. O quizá pensáis que lo que habéis conseguido hasta ahora tampoco es para tanto y que cualquiera lo podría hacer mucho mejor. Tranquilos, estas sensaciones son normales y no se trata del síndrome del impostor.
Algunos estudios describen que el 70% de las personas han tenido este tipo de pensamientos en algún momento. Aparecen especialmente cuando se empieza en un nuevo trabajo o cuando se emprende un proyecto.
No obstante, ¿Qué pasa si estos pensamientos no desaparecen? Cuando ya llevamos cierto tiempo en el nuevo trabajo y se tiene la sensación de no estar nunca a la altura, de no ser lo suficientemente bueno, competente o capaz. Cuando acabas por sentirte como un fracasado, un fraude y consideras que no mereces estar donde estás. Estos pensamientos tienen consecuencias negativas en la carrera de la persona, pues acaba por evitar nuevas oportunidades y desafíos. Esto sí que es el síndrome del impostor.
Se trata de personas con un excesivo perfeccionismo y la creencia que todo es debido a factores externos a sí mismo (es decir, todo consecuencia de la buena suerte). Muestran importantes dudas acerca de sus habilidades y creen que éstas son sobreestimadas por los demás. Se preocupan de que los demás puedan descubrir que no son tan buenas como parecen.
El éxito repetido no debilita este tipo de sentimientos, ni hace que cambien la creencia que no tienen habilidades que sobresalen. Así que cuando alguien les felicita, desacreditan las valoraciones positivas. Numerosos famosos padecen este síndrome, como Michelle Pfeiffer.
Origen del síndrome del impostor
¿Qué causa entonces este funcionamiento mental? Algunos estudios muestran que hay diferentes factores que pueden desencadenar el síndrome del impostor, pero ninguno de ellos es determinante por sí solo:
- Dinámicas familiares durante la infancia: presión por sacar buenas notas, tener padres muy exitosos, sentir que uno es la oveja negra de la familia…
- Estereotipos sexuales: la sociedad fija una serie de éxitos y fracasos según si se es hombre o mujer. Por ejemplo, las mujeres deben de ser madres perfectas pero a la vez profesionales de éxito.
- Exceso de exigencia con uno mismo: percepción del éxito, el fracaso y la competencia muy extremos.
- Falta de seguridad en uno mismo y baja autoestima: concluimos que carecemos de poder sobre las metas que conseguimos así como atribuimos nuestros logros a factores externos.
Consecuencias del síndrome del impostor
Sentirse constantemente a prueba, nunca parecer lo suficientemente bueno y estar sometido a este diálogo interno tan dañino provoca que muchas personas no solo abandonen sus puestos de trabajo, sino que ni siquiera se presenten como candidatos a ninguna promoción por el eterno temor de que los demás descubran su ineptitud. Acaban por no correr riesgos ni se atreven a pedir un ascenso.
Además, sus niveles de estrés aumentan y su productividad desciende porque a menudo postergan tareas o bien trabajan demasiado duro para justificar que su éxito se debe al duro trabajo y no a la suerte, y evitar así el posible fracaso. Son tan exigentes consigo mismos, que ningún nivel de rendimiento es suficiente o adecuado.
El síndrome se ha asociado a ansiedad, depresión, falta de autoconfianza, baja autoestima y frustración relacionada con la imposibilidad de cumplir con las exigencias tan extremas que se autoimponen. Tienen tendencia a experimentar afectividad negativa, lo que implica una disposición a sufrir estados emocionales negativos y a mantener una perspectiva negativa sobre el mundo.
Círculo vicioso
Tenemos que las personas con el síndrome del impostor son demasiado perfeccionistas y tienen autoestima baja. Se imponen un nivel de autoexigencia muy alto, casi imposible de conseguir. Cuando aparecen situaciones nuevas piensan que no van a poder con ellas. Aparecen los pensamientos de que fracasarán y que son unos impostores, lo que aumenta la ansiedad. Empiezan a derrochar energías y tiempo en conseguir su objetivo y, cuando lo hacen… Piensan que no lo han hecho gracias a sus habilidades y esfuerzo, sino a la suerte, a la vez que consideran que todo su esfuerzo no ha sido suficiente. Y como veis, se trata de un círculo vicioso.
¿Qué podemos hacer para afrontarlo?
Hay diversas maneras de poner fin a toda esta situación:
- Rodearse de personas que nos apoyen y nos ayuden a ver las cosas desde otra perspectiva. Siempre ayuda y es revelador darse cuenta cómo nos ven los demás.
- No rechaces o ignores cumplidos. Si alguien te hace algún comentario negativo, créetelo.
- Haz una lista de aquellas cosas que se te dan bien y de todo lo que has conseguido.
- Cuando pienses que has tenido suerte, recuerda qué tuviste que hacer para conseguirlo.
- Acepta que no eres ni debes ser perfecto. Lo contrario de perfecto no es imperfecto, sino real.
- Admite que no tienes que conocer todas las respuestas y que tienes derecho a cometer errores.
- Autoinstrucciones positivas y diálogo interno positivo.
- Respiración abdominal.
Connexions Teràpies Integrades es un gabinete de psicología ubicado en Hospitalet de Llobregat.