A través del revolucionario libro, “Yo, vieja. Apuntes de supervivencia para seres libres”, de la escritora feminista Anna Freixas; revisaremos y actualizaremos muchas creencias sobre la vejez y nos plantearemos algunos cambios imprescindibles para empezar a vivir la vejez como una etapa válida, rica y libre. La autora habla sin tapujos de las presiones y limitaciones a las que nos enfrentamos las mujeres al envejecer en nuestra sociedad, puesto que aquí también encontramos diferencias significativas por cuestiones de género.

Aceptar la vejez

Una de las mayores reivindicaciones de la autora es el hecho de resignificar la palabra vieja. Es decir, que deje de ser un término peyorativo y se empiece a reconocer el valor que tiene la vejez como fuente de experiencias y aprendizajes. Para ello es necesario que cambien las políticas de acompañamiento durante la vejez (a nivel médico, económico, educativo, social y lúdico). Pero también que se actualice la mirada social respecto a la vejez.

Dado que la vejez es real e imparable y sólo la muerte temprana la puede detener, deberíamos honrar y celebrar el privilegio de envejecer. La presión estética nos persigue hasta edades avanzadas haciéndonos esclavas y generándonos infinidad de inseguridades. Al respecto la autora dice: “Cada una de nosotras deberíamos intentar hacer frente a los estereotipos edadistas rechazando participar como consumidoras en una cultura que considera que cuando aparecen los signos de la edad en nuestros cuerpos tenemos que someternos a todo tipo de torturas corporales para disimularlos“.

Aceptar la vejez implica dejar de pretender ser quienes ya no somos. Venerar las arrugas y los cambios corporales como señales del regalo del tiempo vivido.

 

Vivir la vejez desde la libertad individual

Existen en el imaginario colectivo de nuestra sociedad dos modelos dicotómicos de mujeres en la edad mayor: la vieja lenta, torpe, quejica, olvidadiza y la vieja activa, vigorosa, de apariencia juvenil. Por suerte en la realidad existen muchos otros modelos de vejez femenina que dan buena muestra de cómo cada persona tiene derecho a vivir su vejez de forma libre sin perder su identidad. De esta manera, llegadas a una cierta edad no deberíamos sentirnos obligadas a vestir, pensar o actuar de una forma determinada. Seguimos siendo las mismas personas, con algunos achaques y limitaciones más, pero con la misma capacidad de opinar y decidir mientras las facultades mentales nos acompañen.

 

Aprender a hacerse mayor

Aceptar el envejecimiento es un proceso largo y de ajuste constante. Según las circunstancias individuales que experimentemos en dicho proceso será más o menos fácil aprender a hacernos mayores y que nuestro entorno aprenda también la mejor forma de acompañarnos. No obstante, independientemente de las particularidades y complejidades de cada proceso de envejecimiento debe prevalecer un trato digno y respetuoso por parte del entorno familiar y profesional.

 

Reconocer las propias cualidades y ejercerlas

Con el envejecimiento no desaparecen de golpe nuestras habilidades y destrezas, pero es importante hacer uso de ellas para mantenerlas despiertas. Del mismo modo es necesario mantener la autonomía, tanto como sea posible; y no caer en la desidia. Si bien hay que saber pedir ayuda cuando sea necesario, es importante seguir siendo dueñas de nuestras vidas mientras podamos. La autora dice al respecto: “Las ancianas queremos vivir como seres libres, con capacidad de gestión y decisión, no como receptoras pasivas. Ser agentes de nuestra propia vida, ejerciendo control sobre el qué, el cuándo y el con quién, negociando activamente tanto con las personas cercanas como con nosotras mismas“.

 

¿Cómo potenciar una vejez veraz, individual y libre?

Anna Freixas aporta un sinnúmero de valiosas recomendaciones. A continuación, ofrecemos un breve resumen de ellas.

-No ocultes tu edad. Dila con orgullo. La longevidad es un regalo.

-Reconcíliate con tu cuerpo actual.

-Encuentra tu propio estilo personal, uno con el que te sientas cómoda y no mortificada.

-Cuida tu alimentación, muévete, descansa, cuida de tu salud física y mental.

-Supera la tentación de quedarte en casa más de la cuenta.

-Frente a las limitaciones físicas por la edad desarrolla estrategias para mantener tu autonomía.

-Organiza tu espacio para que te resulte fácil encontrar lo que necesitas. Organízalo por categorías. Pon letreros.

-Permítete vivir tu sexualidad.

-Ten proyectos, objetivos personales, deseos que cumplir.

-Elige cómo y en qué quieres emplear tu tiempo.

-Aprende a decir no y a sostenerlo. Pon límites a las demandas de tus hijos.

-Desactiva el modo multitarea. Una cosa después de la otra.

-No delegues tus cuestiones personales (banco, hacienda, seguros). Si es demasiado complicado busca un profesional.

-Cuida tus afectos y relaciones. Mantente conectada.

-Encuentra espacios de relación e intercambia saberes.

 

 

 

 

 

-Abandona la inflexibilidad y comprueba que eres capaz de cambiar.

-Pon tu foco de interés en asuntos culturales, sociales, vecinales, de manera que se amplíe tu mundo.

-Despréndete de trastos viejos acumulados, aligera tu vida.

-Usa todo eso que tienes guardado. Ha llegado el momento de usarlo todo.

-Gasta tu dinero (viaja, dona, date gustos, sé generosa).

-No te quejes constantemente pero tampoco te resignes si tu médico pasa de ti.

-No consientas que nadie te llame abuela. Tenemos nombre y apellido.

-Deja claro cómo quieres ser cuidada cuando sea necesario y cómo quieres que sea tu despedida de este mundo.

 

Connexions Teràpies Integrades, tu Centro de Psicología y desarrollo personal en L’Hospitalet de Llobregat.

 

 

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