Christy Harrison define la cultura de dietas como un “sistema de creencias que equipara a la delgadez, muscularidad y particularmente la forma de los cuerpos con salud y valor moral; que promueve la pérdida de peso y cambios en la forma del cuerpo con la finalidad de acceder a un mayor status; que demoniza ciertos alimentos y grupos de alimentos mientras que eleva otros y que oprime a las personas que no coinciden con esta supuesta visión de salud”.
De manera que la cultura de dietas nos ha hecho creer que:
-Existe una forma adecuada de comer.
-No podemos confiar en nuestras señales internas. Por ello necesitamos de una guía externa que nos marque cuándo, cuánto y qué comer.
-Sin una limitación externa seríamos insaciables y sólo nos alimentaríamos de “comida basura”.
-Es necesario vivir en una eterna condena de restricción y sobreesfuerzo físico para alcanzar el objetivo deseado.
-La salud es responsabilidad de la persona (Salutismo). No se tienen en cuenta todos los factores que intervienen en la salud, muchos de los cuales están fuera del control de las personas (nivel socioeconómico, entorno familiar, acceso a alimentos, medicación, actividades que potencien la salud).
Sin embargo, es importante tener claro que la restricción sostenida tiene efectos perjudiciales a nivel fisiológico, mental y emocional:
-Pérdida de la capacidad para detectar las señales internas de hambre y saciedad.
-Aumento de los niveles de cortisol y otras hormonas inflamatorias.
-Aumento de la capacidad de almacenamiento de grasas.
-Ralentización del metabolismo.
-Disminución del gasto energético basal.
-Aumento de la tensión arterial.
-Disminución de la respuesta inmune.
-Aumento de antojos irrefrenables.
-Aumento de los pensamientos y preocupación por el cuerpo y la imagen. Comparación constante con los demás.
-Aparición de sintomatología ansiosa.
-Afectación de la autoestima y aumento de las inseguridades.
-Malestar emocional: culpa, vergüenza, tristeza, rabia…
-Rechazo a la comida y a situaciones sociales que la incluyan. Aislamiento.
-Aumento del riesgo de desarrollar un TCA.
Señales de alerta del TCA:
-A causa de la restricción suelen aparecer episodios de atracones. La persona come a escondidas porque siente vergüenza de su conducta.
-Después del atracón viene la culpa y con ella la aparición de conductas compensatorias (vómitos, ejercicio desmedido, laxantes…).
-Aumenta la fijación por contar calorías y medir las raciones. En los casos más extremos se reduce cada vez más drásticamente la ingesta.
-Se evitan las situaciones sociales que impliquen comer en grupo.
-La persona se muestra cada vez más rígida en sus rutinas. Muchas veces con cambios repentinos de humor.
-Empiezan a haber desajustes en varias áreas de su vida: social, académica o laboral.
Cada vez hay más estudios científicos que demuestran la enorme fragilidad del discurso de la cultura de dietas:
-Las dietas conducen a una pérdida de peso a corto plazo. Dado que suele ser muy complicado para la persona mantener las conductas que la llevaron a dicha pérdida de peso, éste se recupera en un máximo de 4-5 años.
-El 95% de las personas que pierden peso con dietas lo recuperan y 2/3 de éstas suben aún más de peso. National Institute of Health 1992.
-La mayor parte del peso se recupera a los 2 años y a los 5 años la mayoría de las personas están en su peso pre-intervención. Australian National Medical Health and Research Council.
-El IMC (Índice de Masa Corporal) fue ideado en 1830 por Adolphe Quetelet (matemático, astrónomo y estadístico belga) con el objetivo de medir la grasa corporal a partir de la altura y el peso usando como muestra la población blanca. Es un índice, por tanto, que no tiene en cuenta las diferencias étnicas o raciales y no está basado en criterios médicos.
-La cultura de dieta está sustentada en toda una industria cosmética y farmacéutica que genera miles de millones al año a nivel mundial.
-El estándar de belleza actual es compatible genéticamente sólo con un 5% de la población mundial.
-Delgadez no es igual salud. Los pesos altos son un factor de riesgo en varias enfermedades, como sucede con tantos otros factores de riesgo. Sin embargo, no se ha podido establecer una causalidad directa entre un peso alto y tales enfermedades.
-Los ciclos repetidos de pérdida y ganancia de peso van deteriorando la salud.
-La restricción genera compulsión. Suelen aparecer los atracones.
-Sin dieta, con una alimentación variada y equilibrada, el peso se estabiliza donde corresponde (set point) según la diversidad corporal de cada persona.
¿Qué es el Set Point?
-Es el rango de peso establecido por el cerebro (hipotálamo) para cada organismo. Es decir, el peso en el que se siente cómodo nuestro cuerpo (con una variación de 1-2 kilos hacia arriba o hacia abajo) y que por tanto es natural mantener sin esfuerzo.
-No necesariamente coincidirá con el peso estipulado según el IMC. Está determinado por la genética, el metabolismo y las condiciones de vida de cada persona.
-Los ciclos de restricción pueden ir modificando el set point aumentando el rango hacia arriba.
-Comer de forma intuitiva favorece el mantenimiento en el set point de cada persona.
¿Cómo empezar a cambiar la mentalidad de dieta?
-Replantearnos los mensajes que constantemente recibimos sobre los estándares de belleza y éxito.
-Respetar la diversidad corporal. Buscar referentes que nos permitan entenderla como una riqueza y no como un problema.
-Dejar de elogiar la pérdida de peso y la delgadez.
-Cuestionar nuestras creencias sobre el peso, la alimentación y la salud.
-Buscar información y escuchar a profesionales con una visión NO pesocentrista.
-Dejar de señalar y juzgar el cuerpo y los hábitos de los demás. Entendiendo que la corporalidad y peso no son cuestión de fuerza de voluntad dado que existen muchos factores psico-bio-sociales que son determinantes.
-Entender que el cuerpo cambia con la edad. Y en dicho cambio también influyen los estresores vitales y el acceso o no a ciertos alimentos y cuidados médicos.
-Tener presente la importante afectación a nivel de salud mental que tiene el rechazo a los cuerpos no normativos (gordofobia). El estrés acumulado genera estados inflamatorios persistentes que pueden contribuir a potenciar ciertas patologías.
¿Qué sucede cuando dejamos atrás la mentalidad de la cultura de dieta?
-Comemos confiando en nuestras señales internas de hambre y saciedad.
-Ponemos el foco en el disfrute del alimento. Entendemos la alimentación como una necesidad básica y comemos sin culpa.
-Movemos el cuerpo por los beneficios a nivel global que nos aporta el movimiento y no con el objetivo de pérdida de peso.
-Escogemos actividades de movimiento realmente satisfactorias y estimulantes aunque no sean las que “más queman”.
-Dejamos de ver el ejercicio físico como un castigo.
-Sabemos que el peso no es indicador del valor de las personas ni de su progreso.
-Al desaparecer la restricción desaparece también la preocupación por la comida y los antojos irrefrenables.
-Comiendo de forma intuitiva mejoran los procesos digestivos.
-Se recupera la autoestima y la seguridad personal dado que éstas dejan de depender de la imagen corporal.
Si tienes una mala relación con tu cuerpo o con la comida y ello empieza a limitar tu vida, consúltanos.
Información extraída de las charlas divulgativas de Nutriológicas. Raquel Lobatón, Iliana Borovoy y Gina Salame.
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