Continuando con el tema de la Fibromialgia, queremos destacar la importancia de la intervención psicológica en Fibromialgia. Nos interesa abordar la cuestión de qué factores influyen en el nivel de discapacidad que experimenta una persona con dolor crónico. Es fundamental tener en cuenta los aspectos psicosociales al trabajar con estos pacientes, ya que al intervenir en estos factores podemos influir en su experiencia de dolor y en cómo afecta a su salud en general. Esta perspectiva resulta relevante, sobre todo porque el dolor crónico tiende a ser resistente al tratamiento con medicamentos.
¿Qué trabajaremos en la intervención psicológica en Fibromialgia?
Nuestros objetivos en la intervención psicológica en Fibromialgia se enfocarán en una perspectiva rehabilitadora, donde buscaremos mejorar distintas dimensiones del bienestar de estos pacientes. Nos centraremos en mejorar su función física, psicológica y social, además de reducir los síntomas asociados. En lugar de abordar el “origen” del problema, trabajaremos en la explicación del funcionamiento actual del paciente.
Es importante tener en cuenta que en muchos casos existe una escasa conexión entre el deterioro causado por una condición de salud que involucra dolor y el funcionamiento general de la persona en diferentes áreas de su vida. En este sentido, hemos observado la influencia de factores cognitivos y emocionales en la percepción del dolor y en cómo la Fibromialgia afecta la vida diaria del paciente. Por tanto, nuestro enfoque se dirigirá hacia abordar estos factores y mejorar la calidad de vida del individuo afectado por esta condición.
Autoeficacia y la aceptación del dolor
La Autoeficacia y, más recientemente, la Aceptación del dolor, han demostrado tener efectos positivos en la salud de los pacientes que padecen Fibromialgia. Por otro lado, se ha observado que la Aceptación de que el dolor es incontrolable está relacionada con un mejor funcionamiento y bienestar psicológico.
La Aceptación del Dolor implica reconocer que el dolor es algo que no se puede controlar, y no resistirse a él ni tratar de cambiar activamente las sensaciones dolorosas o los pensamientos y emociones asociados, incluso si son muy intensos. En cambio, se trata de continuar con las actividades habituales sin que el dolor impida llevar una vida lo más normal y funcional posible. Este enfoque ha demostrado tener un impacto positivo en los resultados de salud de los pacientes con Fibromialgia, lo que lo convierte en un aspecto relevante a considerar en su tratamiento y manejo.
Pensamiento catastrofista
Entre los factores que consistentemente han demostrado tener efectos negativos, se destaca el pensamiento catastrofista. El catastrofismo en relación al dolor es una forma de pensamiento negativa y desproporcionada ante estímulos dolorosos, que se compone de tres componentes principales:
- Rumiación: Implica no poder dejar de pensar en el dolor, como por ejemplo, obsesionarse con cuánto duele constantemente.
- Magnificación: Consiste en exagerar las características amenazantes del estímulo doloroso, como creer que el dolor es una señal de que se tiene una enfermedad grave o peligrosa.
- Indefensión: Se refiere a la creencia de que no se puede hacer nada para influir en el dolor, como pensar que no hay nada que se pueda hacer para reducir su intensidad o controlarlo.
Este tipo de enfoque cognitivo puede empeorar la percepción y la experiencia del dolor, aumentando el malestar y el impacto negativo en la calidad de vida. Es importante abordar este pensamiento catastrofista en el tratamiento de los pacientes con dolor crónico, ya que puede tener un impacto significativo en su bienestar y manejo del dolor.
Miedo al dolor
En la intervención psicológica en fibromialgia, también se abordará el miedo al dolor y al movimiento, ya que se ha observado que esto tiene efectos negativos en la salud de las personas con esta condición. El miedo puede manifestarse en creencias como que la actividad física causará más dolor, o que el dolor se agravará si se realiza alguna actividad, e incluso que el dolor es una señal de una enfermedad grave.
Estas creencias explican por qué muchos pacientes con fibromialgia tienden a evitar actividades que podrían desencadenar o aumentar el dolor. A veces, el personal sanitario también puede contribuir a mantener estas creencias al recomendar la evitación de ciertas actividades. Es importante tener en cuenta que si bien la evitación puede ser útil para el dolor agudo, no es la mejor opción de tratamiento para el dolor crónico.
El miedo a la actividad y al dolor, independientemente de la presencia de patología física, está relacionado con un funcionamiento físico deficiente en estos pacientes. Además, esta actitud de evitación puede generalizarse a otras áreas de la vida cotidiana que implican actividad, lo que afecta negativamente su calidad de vida en general. Por lo tanto, abordar este miedo y promover una perspectiva más positiva hacia la actividad física puede ser beneficioso para el manejo del dolor y el bienestar de las personas con fibromialgia.
El afrontamiento
Las estrategias que implican hacer frente al problema y sus consecuencias de manera activa (llamadas “estrategias activas”), como desviar la atención del dolor o seguir llevando a cabo actividades a pesar del dolor, suelen tener efectos positivos. Estas estrategias buscan manejar el dolor y permitir que la persona siga funcionando a pesar de él.
Por otro lado, las estrategias que implican un enfoque pasivo o evitativo del problema (llamadas “estrategias pasivas”), como descansar mucho o evitar pensar en el dolor, suelen tener efectos negativos. Estas estrategias están más consistentemente asociadas con niveles más altos de dolor y un peor funcionamiento físico.
En cuanto al estado emocional, las estrategias activas se asocian con un mejor estado emocional, aunque los resultados varían en relación con las otras dos áreas del estado de salud mencionadas.
Es importante destacar que aprender estrategias efectivas para hacer frente al dolor es una parte central de los programas de tratamiento cognitivo-conductual. Estos programas suelen incluir actividades como el ejercicio o la relajación, proporcionar información y educación sobre el problema del dolor, enseñar a manejar las emociones y adquirir diferentes habilidades para afrontar el dolor, como la resolución de problemas o la reestructuración cognitiva, entre otras. Estas estrategias pueden ayudar a mejorar el bienestar y la calidad de vida de las personas que padecen fibromialgia.
Extraído de “Intervención psicológica en la fibromialgia” de Ana Lledó, Mª Ángeles Pastor y Sofía López-roíg.
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