Cuando hablamos de rabietas infantiles, en primer lugar, debemos entender el llanto como la expresión natural de llamada de atención de los niños. Es el medio que les permite cubrir sus necesidades (tanto físicas como emocionales) y es tarea del adulto aprender a responder de manera diferenciada ante cada necesidad. Con la adquisición del lenguaje y la maduración evolutiva los niños aprenden otras maneras de comunicar sus necesidades. En este articulo os intentaremos ayudar a cómo tratar rabietas infantiles.

Durante la primera infancia es normal que se den episodios de rabietas, puesto que el niño empieza a  descubrir que hay límites que debe respetar. ¡Está aprendiendo!

Es importante garantizar la seguridad en el hogar para evitar reiteradas llamadas de atención a los más pequeños y a su vez saber encauzar la frustración del niño para ayudarlo a superar esta etapa.

En edades más avanzadas existen factores que pueden favorecer la aparición de rabietas infantiles o conflictos en la convivencia y son que:

  • El niño se aburra en exceso.
  • Los padres sean demasiado exigentes.
  • Exijamos cosas que previamente no les hemos enseñado.

En este sentido es importante que el niño:

  • No se encuentre excesivamente coartado por las imposiciones paternas.
  • Cuente con una rutina establecida con tiempos de trabajo y de ocio delimitados.
  • Tenga claro qué esperan los adultos de él.

Cabe resaltar la importancia de las rutinas en la educación y desarrollo de los niños. Los hábitos permiten al niño situarse en la rutina familiar, a su vez el poder anticipar los acontecimientos le da seguridad ya que le permite saber qué esperan los adultos de él y cómo debe hacerlo. Además, fomentan la autonomía personal del niño (al comer, dormir, vestirse, desvestirse, ducharse, hacer deberes…) y a los padres les reduce la sensación de estrés y caos. Debemos recordar que la repetición crea el hábito.

Ahora bien, es inevitable que en toda convivencia surjan desacuerdos o pequeños enfrentamientos, por ello es importante establecer unas normas de convivencia con sus respectivas consecuencias. Los niños deben aprender desde pequeños a tratar bien a las personas, animales y cosas de la casa.

Ejemplos de normas (siempre formuladas en positivo): 

  • Nos decimos las cosas sin gritar.
  • Sólo nos llamamos por nuestro nombre o de alguna forma cariñosa.
  • Cuidamos de los muebles y las cosas de casa.

Cuando se rompe alguna de las normas de la familia debe haber consecuencias inmediatas y acordes a la falta, por ejemplo, retirar o reducir algún privilegio (actividad agradable).

Para facilitar una buena convivencia familiar es vital que nuestros niños se sientan seguros, acogidos, amados y valorados en el entorno familiar y que existan unas normas y límites claros a seguir en casa.

 

Algunas pautas educativas de cómo tratar rabietas infantiles.

Afianzar el vínculo:

 

  • Es importante ofrecer más calidad que cantidad de tiempo.
  • Valorar el esfuerzo más que el logro. Ayudarlos a fijarse objetivos realistas.
  • Evitar las comparaciones entre hermanos.
  • NO criticarlos delante de extraños.
  • Tener expectativas positivas de nuestros hijos y recordar sus éxitos anteriores.
  • NO etiquetarlos (criticar las conductas y no a ellos como personas).
  • Permitir a los niños expresar sus emociones y no temer expresar las nuestras.

Enseñar:

  • Dar órdenes claras y concisas (no intentar convencer con explicaciones).
  • Asegurarnos de que lo ha entendido (que lo repita).
  • Fomentar la motivación previa a la tarea. Ofrecer “tiempo juntos” haciendo una actividad agradable como reforzador.
  • Cuando el niño se niega a hacer una tarea:

Comprenderlos“Entiendo que ahora estás cansado y no te apetece hacer los deberes”.

Educarlos“Pero es importante que los dejes hechos antes de irnos de fin de semana porque allí no tendrás tiempo de hacerlos”.

Ofrecerles una alternativa“Puedes hacer la mitad ahora, descansar un rato y luego acabar la otra mitad”.

Corregir:

  • Acuerdo entre ambos padres. Que uno no desautorice al otro.
  • Ser coherente (cumplir lo prometido). No poner consecuencias que NO podamos cumplir.
  • Dar una explicación breve y clara de porqué se aplica la consecuencia.
  • Ofrecer siempre una alternativa para solucionar / reparar la falta. Ofrecerle ayuda si es necesario.
  • Felicitar siempre el esfuerzo reparador (pedir disculpas, arreglar lo que ha roto, limpiar lo que ha ensuciado).
  • Halagar las conductas deseadas e ignorar las que no lo son (siempre que no haya peligro).
  • Evitar gritar, pero sí hacer énfasis con un tono de voz más serio y seco.
  • Ser paciente y si la situación nos sobrepasa, tomarnos un respiro antes de seguir la discusión.

En conclusión, es importante que el niño sienta que tiene un lugar en la familia. Que las normas sean claras y que las consecuencias sean acordes a la falta y se efectúen lo más próximo posible al momento de la falta. Sobre todo que intentemos educar no sólo con el discurso sino también con el ejemplo y que no olvidemos destacar también lo positivo, evitando centrar nuestra atención únicamente en las conductas no deseadas.

Si tu hijo/a está atravesando esta fase y sientes que no tienes te faltan recursos para poder gestionarlo no dudes en consultarnos. Somos tu gabinete psicológico en Hospitalet de Llobregat centro.

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