¿Qué es el Ego?

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Todos hemos oído e incluso utilizado en nuestro día a día la palabra “ego”, pero ¿sabemos qué es? ¿para qué sirve? Si es bueno o malo. En general tenemos información poco precisa sobre qué es y para qué sirve el ego. En este artículo vamos a tratar de aclarar las dudas.

La física cuántica apoya la teoría de que aquello que observamos tiende a aumentar y a manifestarse en nuestra vida, debido al poder de la consciencia. Y sabemos que resistirnos o luchar contra algo que rechazamos, en lugar de alejarlo, lo alimenta: es tan absurdo como pretender apagar un fuego con gasolina.

La psicología occidental busca tratar el dolor del yo para “resolverlo” y la filosofía oriental nos anima a destruirlo o quitarle importancia porque en realidad “no existe”. Por tanto, estas reflexiones pueden resultar confusas a la hora de integrarlas. Llegados a este punto, debemos tener claro que observando hacia dentro transcendemos el ego y nos identificamos con el Ser. Observando hacia fuera, reforzamos el yo y nos confinamos en él.

Es decir, si nuestra atención se ofusca con lo que ocurre fuera de nosotros: en lo que hacen los demás, en las opiniones ajenas, en los prejuicios que tenemos ante una situación, reaccionamos como si fuera la única verdad, nos estamos identificando con el juicio del ego. Entonces lo que alimentamos es el dolor, y como consecuencia, llegamos siempre al mismo lugar: el sufrimiento.

Sólo podemos recordar, o aprehender, real y completamente, aquello que enseñamos desde el alma. Por eso, vamos a profundizar en qué es el ego, en lugar de pelearnos con ello por sufrir sus limitaciones. Así podremos trabajar con él y aprender progresivamente a utilizarlo como herramienta de cambio consciente.

El ego, también conocido como el Yo, el carácter o la personalidad es un complejo programa psico-corporal que nuestra especie ha tardado millones de años en perfeccionar, una estructura psíquica conformada por esquemas conscientes e inconscientes aprendidos propios de cada persona y resultado de la herencia genética, el legado psico-emocional familiar, la interacción del entorno, los aprendizajes adquiridos, así como multitud de decisiones que tomamos durante la vida.

También es algo así como un vehículo que nos permite ser funcionales y relacionarnos con los demás, para poder pensar, sentir y vivir. Las personas necesitamos el ego para vivir. Gracias a él, podemos movernos, pensar ordenadamente y sentir de forma fluida, podemos comunicarnos y relacionarnos con los demás, lavarnos, vestirnos, hacer la compra, reconocer los colores del atardecer, nadar en el mar, utilizar mi teléfono móvil, comer, caminar, abrazar a las personas, irme de vacaciones. Es decir, no nos conviene prescindir del ego.

La mayor limitación que presenta el ego es que eclipsa nuestra esencia real, el Ser, creando una ilusión de aparente separación con todo y todos, por medio de un juego de polaridades o dualidades (bueno-malo).

La psiquiatra Annie Marquier utiliza la metáfora del carruaje para hablarnos del ego. Las personas somos como un carruaje formado por la carroza, que corresponde a nuestro cuerpo físico que es nuestro vehículo, un cochero que corresponde a nuestra mente, que es quien decide a dónde vamos y qué hacemos y, por último, también estaría formada por un caballo, que corresponde a nuestras emociones. Funcionaríamos de la siguiente manera:

“El cochero (nuestra mente) le dice al caballo (nuestras emociones), dónde debe llevar a la carroza (nuestro cuerpo)”

Es decir, nuestra mente dirige y las emociones nos llevan a la acción. Pero en todo esto nos hemos olvidado de algo. Se supone que dentro de la carroza viaja alguien o algo ¿qué es? ¿No se supone que quien viaja dentro de la carroza debería decirle al cochero donde quiere que el caballo le lleve?

Bien, quien viaja dentro de la carroza es nuestro Ser o Esencia. Algunos la llaman alma o energía. Es nuestro Ser quien debería tomar las decisiones, sin embargo, dejamos que sea únicamente nuestra mente quien decida. Ahí es donde el ego hace acto de presencia, opacando al Ser y dándole el poder a la mente. Dicen que el ego recoge las conclusiones (pensamientos) que hemos extraído de las vivencias que hemos tenido entre los 5 y los 12 años. Estas conclusiones se almacenan en nuestro ego convirtiéndose en creencias, algunas serán creencias potenciadoras que nos ayudarán a evolucionar, y otras se convertirán en creencias limitantes que frenarán nuestra evolución y que nos conducirán a un estado de sufrimiento.

Esas creencias limitantes son las que actuarán durante el resto de nuestra vida, generando que la persona no evolucione en consciencia y que cada vez se aparte más de su ser, de su esencia.

Para comprender nuestra situación actual, debemos examinar con mayor precisión cómo funciona el cochero. En realidad, es un doble personaje. Se puede considerar que el cuerpo mental está constituido por dos partes:

  • La primera, que llamaremos mente inferior está ligada a la personalidad. Funciona como una máquina, a partir de automatismos procedentes del pasado. El cuerpo físico y la mente inferior conforman el ego.
  • La segunda parte, que llamaremos mente superior y está en contacto directo con el Ser, es el vínculo entre el alma y la personalidad. Cuando la mente superior está activa y la inferior está silenciosa y receptiva, todo va bien: la personalidad se deja guiar por la energía del Ser, manifestando en el mundo lo mejor de sí misma. La vida resulta muy satisfactoria.

La analogía del carruaje permite comprender el importante papel que desempeña la mente en la buena marcha de la máquina humana, porque la calidad de vida depende de qué parte de la mente la dirija.

A continuación, veremos algunos aspectos que son propios del mecanismo del ego:

  • Mantienen al ser humano prisionero del ciclo de insatisfacción
  • Se haga lo que se haga para alcanzar la felicidad, nunca es bastante
  • Entrañan comportamientos automáticos que producen poca felicidad y causan muchos sufrimientos tanto en la propia persona como a su entorno
  • Mantiene al ser humano en una dinámica que lo hace fácilmente manipulable
  • Lo hacen dependiente de las circunstancias y de los demás

Para finalizar, veremos algunas actitudes que presentamos las personas ante las cuales podemos afirmar que nos estamos dirigiendo por el ego:

  • Mantener a toda costa el propio punto de vista. Querer tener la razón siempre y en todo y, sobretodo, no cambiar nunca el propio punto de vista, cerrándose a toda posibilidad de ver las cosas de otra manera. Querer tener razón es el mecanismo que toma el ego para dominar a los demás.
  • Apego a lo conocido, resistencia al cambio. El ego tiene miedo al cambio, tanto en las cosas pequeñas como en las grandes. Prevé y planifica de forma rígida.
  • Comparación. No cesamos de compararnos o bien nos esforzamos por sentirnos superiores, lo que genera orgullo y, también, nos encerramos en nosotros mismos con un sentimiento de inferioridad que genera miedo y sufrimiento.
  • Crítica. La crítica es una de las actividades preferidas del ego. Es una actitud muy extendida en el mundo actual que hace a las personas desdichadas, negativas y las aleja de los demás.

Hemos definido más ampliamente el ego. De esta manera, podemos empezar a detectar cuando y cómo se manifiesta y así empezar el camino hacia la conexión con el ser, hacia la satisfacción dejando atrás el sufrimiento.

Recuerda que somos tu psicólogo en Hospitalet de Llobregat.

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