La violencia de género es el resultado de un proceso de comunicación errático que, mantenido a lo largo del tiempo, genera un vínculo traumático entre la pareja. Este vínculo se basa en la desigualdad de poder entre los miembros de la pareja que conlleva, finalmente, a desarrollar conductas de sumisión y maltrato. Todo este proceso implica numerosas consecuencias negativas para la mujer.
Comunicación y género
No podemos pensar en la comunicación sin tener en cuenta el género, pues nos conforma y está presente en nuestra manera de comunicarnos. Aprendemos que ciertos gestos, posiciones corporales, roles, deseos o emociones corresponden a un género y no al otro. Y, sin ser conscientes, lo vamos incorporando a nuestra identidad ya de bien pequeños (a finales del primer año de vida).
Existe una sociabilización diferencial para las niñas y los niños a través de los distintos focos de la educación (familia, escuela, cine, literatura…). Los hombres son educados para ser autónomos y ejercer poder. Las mujeres para ser sumisas y cuidar de los demás. De esta forma, en las sociedades patriarcales, la educación diferencial y en la división sexual del trabajo otorga al hombre la mejor parte.
Cuando se transgreden los formatos de género la persona se siente cuestionada y sancionada. Los estereotipos de género y sus normas funcionan como guía para los pensamientos, las emociones y las acciones de los miembros de la sociedad. Cada día recibimos información de lo que implica ser hombre o mujer. A partir de esta información, nuestra identidad se amolda a ella.
Vínculo traumático
Las relaciones emocionales que tengamos con nuestra pareja afectan a nuestros pensamientos, a nuestra memoria y a nuestras emociones. No podemos contemplar las relaciones de pareja sin tener en cuenta los mandatos de género que hemos comentado antes, pues estos nos describen cómo los hombres y las mujeres deben comportarse en sus relaciones.
La violencia de género está relacionada con nuestro imaginario social sobre el amor, pues en él se define de qué manera un hombre y una mujer deben relacionarse y quererse. Encontramos el gran mito en que, si una mujer ama a un hombre, las necesidades y deseos de él pasarán por encima de las propias. Esta creencia tan extendida facilita la desigualdad entre los miembros de la pareja y facilita el abuso y el no reconocimiento como las mujeres como personas autónomas y con necesidades propias.
El vínculo traumático se instituye cuando una parte de la pareja ejerce violencia sobre la otra persona y, como consecuencia, aquel se hace con el poder. Esto implica que sus necesidades, emociones y deseos son los que se van a tener en cuenta en exclusiva.
Este tipo de vínculo se va creando con lentitud, día a día, a través de situaciones que van teniendo un efecto acumulativo. Muchas veces las dos partes de la pareja no son conscientes de ello. Se va construyendo un sistema que de forma imperceptible las necesidades y los deseos de la mujer se dejan de tener en cuenta. Y, con el tiempo, esta dinámica de inseguridad y miedo provocan que la identidad y la autoestima de ella se quiebran.
Os recordamos que existe el teléfono de atención a las víctimas de violencia de género (016). Connexions Teràpies Integrades es tu centro de psicología en Hospitalet de Llobregat. Pide cita para tu primera visita informativa gratuita.