Dolor crónico

El dolor crónico es una de las peores condiciones a las que se tiene que hacer frente una persona. A pesar que antes se pensaba que su presencia solo implicaba la existencia de un daño físico, ahora sabemos que éste genera importantes reacciones emocionales que suelen potenciar el sufrimiento que lleva asociado.

Debemos distinguir entre dolor y daño. El dolor suele estar asociado a la percepción de un daño que se ha producido en nuestro cuerpo. Entre el daño y el dolor intervienen una serie de factores psicológicos.

Una reacción muy habitual ante el dolor es el miedo, ya que el dolor tiene la función de avisarnos de un indicio de un mal amenazante, así que nos impulsa a evitarlo y eliminarlo. En el caso del dolor crónico, la lucha por evitar el dolor se convierte en un esfuerzo inútil. Podemos sentir impotencia, frustración, irritabilidad y llegar a caer en estados depresivos y ansiosos.

Círculos viciosos

Nuestra lucha contra el dolor crónico nos puede llevar a entrar en círculos viciosos que empeoran el problema. La ruptura de estos círculos será uno de los principales objetivos del tratamiento del dolor.

  • Realizar cambios en nuestro cuerpo. Modificamos nuestra respiración, nuestra postura o incrementamos la tensión muscular, pero al mantenerlo durante un largo plazo , acabamos por incrementar el impacto del dolor.
  • Autoevaluación constante. Ponemos nuestra atención en la búsqueda de dolor en nuestro cuerpo. Podemos llegar a interpretar sensaciones que no son dolor como si lo fueran.
  • El fracaso contra el dolor nos lleva a un estado ansioso y depresivo. Estos estados potencian las sensaciones dolorosas, así que nos esforzamos más en luchar contra el dolor y el fracaso posterior es todavía más importante.
  • Ganancias secundarias del dolor. Conseguimos evitar hacer ciertas tareas que no nos gustan o conseguimos la atención de todos los que nos rodean.
  • Lucha por seguir con una vida normal. Necesitamos más esfuerzo para mantener las mismas actividades, así que podemos llegar a forzarnos más allá de lo que somos capaces en este momento.

Todas estas vías nos llevan a sensaciones de fracaso, estado de ánimo bajo y sensaciones ansiógenas. En estos estados, potenciamos las sensaciones dolorosas y entonces… Aumenta el dolor.

Para conseguir romper estos círculos es recomendable realizar terapia médica y psicológica conjuntas. El psicólogo nos puede dar herramientas para romper todos estos círculos viciosos.

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