El dolor crónico es una de las peores condiciones a las que se tiene que hacer frente una persona. A pesar que antes se pensaba que su presencia solo implicaba la existencia de un daño físico, ahora sabemos que éste genera importantes reacciones emocionales que suelen potenciar el sufrimiento que lleva asociado. Debemos distinguir entre dolor y daño. El dolor suele estar asociado a la percepción de un daño que se ha producido en nuestro cuerpo. Entre el daño y el dolor intervienen una serie de factores psicológicos. Una reacción muy habitual ante el dolor es el miedo, ya que el dolor tiene la función de avisarnos de un indicio de un mal amenazante, así que nos impulsa a evitarlo y eliminarlo. En el caso del dolor crónico, la lucha por evitar el dolor se convierte en un esfuerzo inútil. Podemos sentir impotencia, frustración, irritabilidad y llegar a caer en estados depresivos y ansiosos. Círculos viciosos Nuestra lucha contra el dolor crónico nos puede llevar a entrar en círculos viciosos que empeoran el problema. La ruptura de estos círculos será uno de los principales objetivos del tratamiento del dolor. Realizar cambios en nuestro cuerpo. Modificamos nuestra respiración, nuestra postura o […]
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